Los
vendedores ambulantes, son aquellas
personas que distribuyen mercancías asequibles, al ofrecerles a los
consumidores opciones convenientes y accesibles de venta minorista, como indica
Venta Ambulante. Se identifican al no
poseer un lugar comercial fijo donde realizar sus ventas, por lo que trabajan
en sitios estratégicos de la ciudad con grande afluencia de público, de manera
informal y por lo general a diario se
ubican siempre en los mismos, de las grandes y medianas ciudades del país.
Es inevitable transitar por la zona de
chapinero y ver cuadra por cuadra, y andén por andén, a los vendedores
ambulantes, los cuales ya hacen parte del paisaje capitalino que se dibuja
diariamente en los ojos de los Bogotanos. La mayoría de nosotros acostumbrados
a dicho paisaje, no nos indagamos más acerca de la situación social que
atraviesan estas personas, ellos, ciudadanos que no afrontan las mejores
condiciones laborales, viven en una rutina intentando hacer parte, eso sí,
dignamente, del circulo económico de la ciudad, prestando diferentes servicios,
tales como, venta de dulces, accesorios, ropa, frutas, cosméticos, minutos a
celular, comidas rápidas, entre otros diferentes servicios, en los que se
involucra este trabajo denominado informal.
La multitud de vendedores ambulantes que
pululan a lo largo de la localidad de Chapinero, en la cual los esfuerzos de
esta investigación se concentran, y cuyo
objeto de análisis se enfoca en como se han ido desarrollando e implementando
reglamentaciones para regular el uso del espacio público e identificar a los
vendedores ambulantes que se han
instalado en dicho espacio, que a pesar de las condiciones climáticas de la
Ciudad, tienen que obtener su sustento diario de la mejor manera posible.
Decididas, trabajamos la Zona de Lourdes,
observando un amplio comercio informal, debido
a la gran cantidad de vendedores ambulantes, personas que necesitan
dinero para pagar comida, servicios, muchos deben pagar arriendo, entre otras. Esperando
por mucho tiempo una respuesta por parte del Distrito para garantizar que
entren al “campo” de la economía formal. Los vendedores no tienen EPS o ARL,
que sólo la economía formal maneja.
El Decreto 456 de 2013, expedido por el
Alcalde Gustavo Petro, permitiendo que el control del mismo este unificado por
entidades del Distrito, y que su aprovechamiento (clasificado en largo, mediano
y corto plazo) sea cobrado proporcionalmente al beneficio obtenido por el uso
del espacio público considerando que actividades culturales y las organizadas
por Entidades Públicas Distritales están exentas de pago siempre y cuando no
utilicen publicidad comercial, al igual que las realizadas por voceadores de
prensa, lustrabotas y vendedores de loterías. Afirma que sólo las empresas
grandes como Claro, Tigo y Movistar, deben pagar por el uso del espacio
público, mientras que los vendedores informales deben ser carnetizados por el
IPES a partir del 11 de abril del 2014, ¿ha sucedido eso realmente?. No podemos
arrojar una respuesta rápida, sin antes, escuchar a las partes.
Continuando con esta línea de análisis, nos
introducimos en la entrevista realizada a Carlos Enrique Goyeneche, quien es un
vendedor ambulante de productos comestibles, venta de minutos a celular y cigarrillos
de los alrededores de la iglesia de Lourdes; él menciona que son palpables los
intentos de la Alcaldía para integrarlos a la economía urbana, ya que se
realizan campañas de carnetización, con el fin que sea reconocido como
trabajador ambulante, así evitando conflictos con la policía, ya que estos a
veces realizan redadas donde decomisan la mercancía con la que trabajan los
vendedores. Sin embargo dichos intentos de armonía e inclusión pierden
objetividad en muchos aspectos, mencionando Carlos como ejemplo, que la vitrina
(carro) de mercancía que le es suministrado por la alcaldía y que es de uso
obligatorio, según él, “con este (carro) lo que hizo fue bajar la venta, porque
los productos no se ven, no se exhiben bien… a mí me bajó mucho la venta”, afirma
un tanto molesto. Además de que el plan estratégico definido por la alcaldía
menciona que dicho carro deberá ser entregado por el vendedor ambulante al término
de 5 años, y no solamente el carro, sino también el espacio público utilizado
por el vendedor.
En su mayoría estos
trabajadores informales tienen una baja formación educativa que va conforme con
el nivel de ingreso que poseen.
La pobreza es uno de los factores del crecimiento de la economía informal. Es la pobreza la que fuerza a la mayoría de las personas a aceptar puestos de trabajo poco atractivos en la economía informal. Los bajos ingresos que se obtienen de estos empleos crean un círculo vicioso de pobreza. Sin embargo, el trabajo informal no siempre equivale a pobreza. Existen trabajadores informales, especialmente por cuenta propia, que ganan más que los trabajadores poco calificados del sector formal. Pero esta es la excepción, la economía informal concentra a los trabajadores más pobres, especialmente de las zonas rurales, como en ejemplo colegios, universidades, centros comerciales, discotecas, entre otros. Carlos Enrique Goyeneche, exclama en sus puntos de vista: “Ahora es más yo soy un ex drogadicto (…) yo lo hice, yo me metí a esto, pero por salirme de las drogas (…) yo me metí a esto, pero por salirme de las drogas y ahora vea lo que me van a dar.” Señalando que no solamente es por falta de educación sino además como indicio para salirse de un mundo poco favorable para, en este caso Carlos Goyeneche.
La pobreza es uno de los factores del crecimiento de la economía informal. Es la pobreza la que fuerza a la mayoría de las personas a aceptar puestos de trabajo poco atractivos en la economía informal. Los bajos ingresos que se obtienen de estos empleos crean un círculo vicioso de pobreza. Sin embargo, el trabajo informal no siempre equivale a pobreza. Existen trabajadores informales, especialmente por cuenta propia, que ganan más que los trabajadores poco calificados del sector formal. Pero esta es la excepción, la economía informal concentra a los trabajadores más pobres, especialmente de las zonas rurales, como en ejemplo colegios, universidades, centros comerciales, discotecas, entre otros. Carlos Enrique Goyeneche, exclama en sus puntos de vista: “Ahora es más yo soy un ex drogadicto (…) yo lo hice, yo me metí a esto, pero por salirme de las drogas (…) yo me metí a esto, pero por salirme de las drogas y ahora vea lo que me van a dar.” Señalando que no solamente es por falta de educación sino además como indicio para salirse de un mundo poco favorable para, en este caso Carlos Goyeneche.
Durante el Gobierno de Enrique Peñaloza
(1997-2001), los vendedores ambulantes no podían trabajar en zonas públicas,
eran desalojados por la Policía que llegaba intempestivamente y les decomisaba
su mercancía. Eso no ha cambiado, cada día más vendedores ambulantes buscan en
alguna parte de la zona de Bogotá, un espacio para vender sus productos, donde
se genera la competencia con los vendedores formales.
Aunque
han salido varias sentencias por parte de la Corte Constitucional, Sentencias T
(Tribunal), Sentencias SU (Sentencias Unificadas), no se han cumplido, aunque
un ente como la Corte Constitucional tiene la última palabra en estos casos,
los vendedores ambulantes que han impuesto tutelas contra las Alcaldías de las
Localidades donde afirman que se les ha vulnerado su derecho al trabajo como lo
expresa el artículo 25 de la Constitución Política Colombiana “El trabajo es un
derecho y una obligación social y goza, en todas sus modalidades,
de la especial protección del Estado. Toda persona tiene derecho a un
trabajo en condiciones dignas y justas”. La Declaración Universal de Derechos
Humanos del año 1948, estableció lo siguiente: “Artículo 23. 1. Toda persona tiene derecho al
trabajo, a la libre elección de su trabajo, a condiciones equitativas y
satisfactorias de trabajo y a la protección contra el desempleo. 2. Toda
persona tiene derecho, sin discriminación alguna, a igual salario por trabajo
igual. 3. Toda persona que trabaja tiene derecho a una remuneración equitativa y
satisfactoria, que le asegure, así como a su familia, una existencia conforme a
la dignidad humana y que será completada, en caso necesario, por cualesquiera
otros medios de protección social….”
Según el artículo del periódico del tiempo “¿vendedores informales de chapinero
“entrarían en ‘Cintura’?” del 28 de febrero del 2014; El otro punto de vista dado por el Instituto
para la economía social (IPES), dice que alrededor de 800 vendedores informales
se han hecho participes del proyecto de fortalecimiento social y empresarial, y
a la fecha ya cuentan con carnets y chaquetas que los identifican y les
permiten acceder a procesos de formalización y apoyo al emprendimiento, por
parte de dicho Instituto. Según éste artículo, se han realizado grandes avances
en la construcción de una armonía que garantice el respeto, tanto para los
trabajadores ambulantes, como asegurar a la ciudadanía.
Adicionalmente,
El Espectador presenta análisis sobre la ocupación de proyectos,
aproximadamente veinte de ellos presenta disminuciones en los últimos años,
diez presentaron un pequeño aumento, para lo cual, entre los años 2011 y 2012
los gastos de funcionamiento de los proyectos fueron de $3.779,9 millones,
mientras su cartera de $1.055,9 millones. Para lo que indica que el informe
citado expone que la oportunidad de utilizar un espacio sin pagar arriendo e
impuestos, donde el tránsito de las personas es afluente, no es atractivo
frente a módulos comerciales ubicados en lugares poco accesibles al público y
junto a espacios ocupados por otros informales.
Siendo
pertinente lo anterior para Bogotá, una ciudad que se expande cada día más, con
más habitantes, más edificios, más costumbres y percepciones a veces
aprovechadas o degeneradas que influyen en el transcurso normal de actividades
sociales es importante mencionar que las oportunidades de trabajo son escasas y
es por esta razón que muchas personas optan por la economía informal, ya que no
hay otra manera de hacerlo. En casos, los vendedores sólo esperan una respuesta
de las entidades pertinentes para lograr tener un espacio de manera legal y que
favorezca al ejercicio de su trabajo de manera tranquila y eficiente ya que a
veces deben abandonar el lugar donde exhiben sus productos o atienden a su
clientela.
Esta
población ha sido susceptible a inconvenientes relacionados con la ocupación
del espacio público, por lo que se ha cuestionado y denigrado de su forma de
trabajo y las condiciones en las que se desarrolla, situación de la que no han
estado exentos los vendedores de Chapinero.
El
artículo veinticinco de la Constitución Política de Colombia plantea: “El
trabajo es un derecho y una obligación social
que goza, en todas sus modalidades, de la especial protección del
Estado; toda persona tiene derecho a un trabajo digno en condiciones dignas y
justas”. Aunque la Constitución los señala así, en la fría y cálida ciudad de
Bogotá, específicamente en el parque de Lourdes encontramos vendedores
ambulantes, gente humilde y sencilla, que bajo la luz del sol o bajo la lluvia,
tienen tendido en el piso los productos que venden para obtener su sustento
diario, que sin importar el clima, lo más importante para ellos es tener alguna
ganancia económica, pues necesitan llevar dinero a sus hogares. A pesar de que
muchas personas no estén de acuerdo con su forma de trabajo, no han logrado
obtener otra manera de acceder al trabajo en mejores condiciones.
Dentro
de las actividades de comercio permitidas se encuentran el aprovechamiento
económico de enlaces peatonales, venta de alimentos en vía y actividades
comerciales ZAERT (de Zonas de Aprovechamiento Económico Reguladas Temporales).
Para lo que los vendedores informales estarán acogidos, ya que esta población
no pagará al Distrito por el uso de espacio público porque contarán con las
zonas ZAERT, destinadas para las actividades temporales de aprovechamiento
económico vinculadas a los programas del Instituto para la Economía Social
IPES. Como indica el Departamento Administrativo de la Defensoría del Espacio
Público se concilia así el derecho constitucional al trabajo de los vendedores,
como el colectivo de los demás ciudadanos por el uso, goce y disfrute del
espacio público.
No
obstante, la Resolución del año 2014 Zonas
de Aprovechamiento Económico Reguladas Temporales tiene como objetivo
reglamentar y regular la creación, funcionamiento y extinción de las zonas de
aprovechamiento económico reguladas temporales (ZAERT) en Bogotá de acuerdo a
lo establecido en el Decreto Distrital 456 de 2013, en la que se contemplan
principios como la convivencia pacífica entre los beneficiarios de las ZAERT y
la ciudadanía; participación para la generación de condiciones para hacer
participes a los vendedores informales del proceso de construcción de las
ZAERT; no discriminación; equidad para la inclusión de grupos vulnerables que
obtienen sustento como vendedores informales en espacio público.
El
Instituto Para la Economía Social IPES, tiene 37 proyectos comerciales en
catorce localidades de la ciudad con capacidad para reubicar a 3.279
vendedores, de los cuales 2.435 tiene ocupados, es decir el 74%. Son propiedad
del IPES 17 centros que están a su cago, con 1.375 módulos y ocupados solo 855
por vendedores, correspondientes al 62%, según
estadísticas para agosto de 2013 mencionadas por El Espectador. También
existen 6 puntos comerciales más, con 624 puestos de ventas disponibles de los
que el 79,8% están ocupados y 11 puntos comerciales más en comodato con 1.021
módulos, de los cuales el 88,7% están ocupados por vendedores.